Esta ocasión les
contaré lo que ha sido el camino de la enfermedad visto desde la persona que ha
estado en todo momento a mi lado: Mi mamá.
"Me llamo
Yolanda Pérez Ordoñez y les narraré la experiencia que he vivido al lado de mi
hija durante estos ocho meses. Una enfermedad que llego a cambiar nuestras
vidas de una forma radical. Como ya saben mi hija fue
hospitalizada en el mes de julio del 2011 por síntomas que indicaban
que podría tener Leucemia ¡yo estaba muy asustada! Después de varios
estudios el diagnostico fue: Anemia Aplásica Grave. En ese momento tanto
mi hija como yo no veíamos la gravedad del asunto, pensaba que le darían el
tratamiento necesario y pronto la darían de alta, pero no fue así, desde ahí
empezaron las complicaciones. Mi hija necesitaba un tratamiento que es muy
costoso, el hospital no lo tenía y yo no lo podía comprar. Me sentí tan
impotente! Cuantas veces pensé que yo confiaba en Dios, pero ahora era todo
diferente por que estaba en una gran necesidad. Si yo hubiese tenido el dinero
habría comprado el medicamento sin pedirle a Dios su ayuda, así que sin poder
hacer nada todo dependía de Dios, ahora se que Él tiene mil formas de hacer las
cosas, es un Dios poderoso, no tiene limites y nosotros si, a mi pronto se me
acabaron las ideas, me sentía angustiada y desesperada ya que mi hija seguía
con la gravedad, hasta que por fin el hospital decidió comprar el medicamento
poniendo yo una pequeña parte de dinero. Y sentí alivio! Después de 28 días y
con el medicamento puesto nos fuimos a casa.
Lejos estaba de
imaginar lo que realmente era la enfermedad, de saber lo que nos esperaba por
delante. No duramos mucho afuera ya que su salud había empeorado. Antes de
salir del hospital el medico sugirió que se le diera
Ciclosporina, medicamento que tampoco tenía el hospital y que yo no podía
comprarlo por lo costoso, pero gracias a Dios hubo alguien que donó este
medicamento.
Las dosis que
tomaba eran muy altas y sus efectos son como los de una quimioterapia, se puso
muy mal, los sangrados eran excesivos y las altas fiebres no desaparecían. Para
entonces su anemia era ya muy grave, tanto que ya no podía caminar ni ver por
un derrame en su retina. Tenía tanto miedo! No sabia con lo que me enfrentaba.
En que momento había cambiado su vida, después de ser una chica con una vida
activa y con muchos planes para realizar en un futuro, ahora estaba al borde de
la muerte. Mi corazón estaba destrozado pero solo me quedaba confiar y depender
de Dios. Nos quedaban varios meses por delante para ver si el medicamento había
hecho efecto en su médula.
Durante todo ese
tiempo nuestras entradas al hospital se convirtieron en rutina, los reportes
médicos no eran muy alentadores, pero dentro de toda esta angustia yo esperaba
en Dios, mientras ella dormía noche tras noche yo le pedía a Él una oportunidad
de vida para mi hija. Dice la Biblia que por sus llagas fuimos curados y que en
esa cruz llevo nuestras dolencias y enfermedades.
Aunque en el
hospital yo sentía que estaba sola con ella Dios siempre ha estado con
nosotros, me doy cuenta que siempre llegamos a tiempo al hospital justo en el
momento en que su vida estaba en riesgo y Él siempre sostuvo la vida de mi
hija. En su segundo internamiento llego a urgencias con 2.2 de hemoglobina y 6
de plaquetas, sin poder caminar y totalmente desvanecida ¡Difícil creer que
estuviera viva! pero gracias a Dios lo estaba.
Un día llego la
noticia que no esperábamos "el medicamento no había hecho efecto en su
medula" cuanto miedo tenía de perder la vida de mi hija; solo la mantenían
con sangre y plaquetas cada quince días. Su futuro estaba al aire, la
incertidumbre se apodero de mi.
En varias
ocasiones permanecía hasta 20 días internada y había gente que me apoyaba para
quedarse con ella, yo me iba a casa pero no conseguía dormir estando lejos de
ella, eran los momentos en lo cuales podía expresar la angustia y
poder llorar sin que ella se diera cuenta y lo único que esperaba era que
llegara el amanecer para ir al hospital y estar con ella. Agradezco a los
familiares y amigos que me apoyaban para que yo descansara. Me di cuenta que no
podía hacer otra cosa que no fuera estar a su lado, aunque físicamente estaba
muy cansada, pero eso no importaba.
Ver que ahora está
enferma y que no puedo hacer algo mas de lo que he hecho me entristece profundamente,
haría lo que fuera para que ella esté sana, he deseado estar yo en esa cama en
lugar de ella o darle mi médula. Como madre no me conformo y es triste estar a
su lado y sufrir con ella sin poder hacer absolutamente nada. Extraño los días
en los que se escuchaba la flauta y el teclado todo el tiempo, que por todas
partes estaba lleno de partituras musicales, pero todo eso se lo llevo la
enfermedad. Ahora la casa siempre esta en silencio y deseo que todo esto pase
para escucharla tocar nuevamente, para verla salir, verla hacer su vida como
cualquier chica de su edad.
Aprendí a conocer
los síntomas que me indicaban en que momento debía de llevarla al hospital,
aprendí que no soy la única persona luchando por la vida de su hijo, en el
hospital había muchas mujeres como yo, y todas coincidíamos con el mismo deseo
"ver a nuestros hijos vivos con un futuro como el que tenían antes de
enfermarse" hoy puedo entender cuando alguien habla de una enfermedad,
puedo sentir su dolor y su angustia. Dios me mostró que sin Él no podemos hacer
nada, en los momentos mas difíciles sentí su amor a través de la gente que ha
estado apoyándome hombro con hombro. Se que esto es una guerra para
sacar la fuerza y el valor para no darme por vencida.
Cada ves que
salimos del hospital he sentido que es el momento para poder respirar y tomar
fuerzas. Me siento como si estuviera en un océano y fuera azotada por las
olas una y otra y otra ves sin poder salir, pero nuestra vida esta en manos de
Dios y le doy gracias por estos 22 años de vida que le ha dado a mi hija y le
agradezco por los años que le permitirá vivir.
Humanamente agote
mis recursos, el medicamento no hizo nada, no tengo dinero para volver para
comprarlo y si lo pudiera comprar no hay una garantía que funcione como tampoco
existen las posibilidades de un trasplante de médula, aun en contra de
todo esto mi hija esta viva por que Dios le da vida. Dice la Biblia que la fe
es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve; no se que
tan largo sea el camino que nos falta recorrer o si tenemos que regresar al
hospital, pero tengo la certeza de que Dios la restaurara por completo.
Varias ocasiones
en el hospital cuando no tenía dinero Dios puso gente que me apoyaba
económicamente, entre ellos un concierto que hicieron los compañeros de mi hija
que jamás olvidaremos, le doy gracias a Dios por la vida de todos y cada uno de
aquellos que nos apoyaron, por eso creo que Dios ha estado en control de todo.
Algunas personas
se preguntarán ¿cuál es el plan de Dios si tiene todo bajo control?. Es fácil
decir que creemos en Dios cuando todo esta bien, cuando tenemos salud, trabajo,
estamos en la escuela que queremos etc, entonces sentimos que tenemos una vida
con un futuro brillante y prometedor, pero ¿qué pasa cuando de un momento a
otro todo cambia? y empezamos a caminar en un desierto, en medio del dolor y de
la angustia, donde no hay nada, es entonces cuando Dios muestra su gloria y su
poder a través de la adversidad, cuando no podemos, es ahí donde Él
actúa, para mostrarnos que sigue haciendo milagros. Y es cuando se convierte en
nuestra esperanza y nuestro refugio a donde acudimos constantemente. Confió en
sus promesas y se que le dará larga vida."